La plaga del trabajo infantil

El pasado 12 de junio fue el Día Mundial contra el Trabajo Infantil 2022. Con este motivo, el Papa Francisco, al finalizar el Ángelus de ese domingo, manifestó: “Hoy es el Día Mundial contra el Trabajo Infantil. Trabajemos todos para eliminar esta plaga, para que ningún niño o niña se vea privado de sus derechos fundamentales y sea obligado o forzada a trabajar”.

En Costa Rica, un día después, en la escuela José Joaquín García Monge, en Desamparados, autoridades del Gobierno de la República, encabezadas por el mandatario Rodrigo Chaves, proponían como meta terminar con el trabajo infantil en el año 2025.

“En el año 2020 había 30.000 niños de entre 5, pónganse a pensar, 5 años y 17 años que se vieron obligados a trabajar; esto según la encuesta nacional de empleos. Hoy hay 6.091 de esos niños. Uno que fuera sería demasiado… uno que fuera sería demasiado!”, decía Chaves en su intervención.

La única forma de erradicar estas cifras es dándole verdaderas opciones a las nuevas generaciones, es decir, promover la educación, condiciones dignas de vida, el derecho a espacios seguros en sus hogares y en las distintas instituciones con las que se tenga que ver.

Cuando la pandemia ha privado de una educación adecuada a las nuevas generaciones, es momento de poner un alto y tomar decisiones que encaminen de nuevo a la niñez a una formación que esté de acuerdo con las exigencias de nuestro tiempo.

Es necesario crear las condiciones para que los padres de familia y/o encargados en general cuiden de los niños. Sabemos que las condiciones de vida reducen en mucho el tiempo de permanencia de los padres con sus niños, por condiciones de trabajo, por situaciones de lejanía de los centros de estudio y de los hogares, porque también se gasta mucho tiempo en las carreteras.

Muy importante, los niños tienen derecho a que se les atienda, a vivir en un espacio en que se sientan amados y cuidados. ¡Esto es tarea de todos!

Son también odiosas las diferencias en el tipo de educación que tiene nuestra niñez según sea el lugar en que se vive. Lo mismo podríamos hablar del acceso a la salud.

Por eso, el abordaje sobre el trabajo infantil debe ser integral para dotar de condiciones propicias a nuestra niñez, a fin de que podamos asegurar su presente y su futuro; y con ello, podamos garantizar el futuro para nuestra sociedad.

Nos advertía San Juan Pablo II en Evangelium Vitae, n. 10, al exponer sobre hechos que se convierten en un eclipse para la vida: “¿Cómo no pensar también en la violencia contra la vida de millones de seres humanos, especialmente niños, forzados a la miseria, a la desnutrición, y al hambre, a causa de una inicua distribución de las riquezas entre los pueblos y las clases sociales?”.

Es pensando en el bien común, en un verdadero desarrollo integral que vaya más allá del materialismo y ponga en el centro a la persona humana como podemos entonces valorar de manera eficaz la vida, desde que esta se gesta en el vientre de una madre.

Ayudemos todos y pidamos a Dios que nos ilumine para privilegiar las condiciones de vida de nuestros niños, extirpando de nuestra sociedad todo aquello que atenta contra su crecimiento, desarrollo y dignidad.

Fermento 222. Martes 22 de junio, 2022