
Monseñor José Manuel Garita, en su espacio Fermento, el pasado 5 de junio, habló de Manejo de recursos, austeridad y desigualdad. El Obispo se refirió a las medidas que presentó el gobierno de la República para contener el gasto. Fue la Ministra de Hacienda, doña Rocío Aguilar, quien llevó a cabo la propuesta en la Asamblea Legislativa de una serie de medidas.
“En días anteriores, ya me había manifestado sobre esta reforma, en el sentido de que es urgente y necesaria, pero, en la cual, la persona humana debe estar en el centro del desarrollo y la economía costarricense. No cabe duda, como en su momento lo señalé también, que múltiples son los factores que tienen a Costa Rica en una crisis de déficit fiscal, y donde, la contención del gasto, entendámosla como austeridad, es también un elemento importante y necesario para enfrentarla”, expresó.
Fue claro Monseñor en que todos tenemos derecho a una vida digna, “pero esto no implica el despilfarro ni el gasto indiscriminado o desproporcionado, muchas veces olvidando el bien común y solamente aspirando al bien individual egoístamente”. Señaló: “Los valores de la justicia y la equidad, a este nivel, son elementos que están en juego, sobre todo, si creemos que la reforma fiscal es necesaria y si queremos salir pronto del déficit que compromete a nuestra nación, no sólo desde el punto de vista económico, sino socialmente también. No podemos olvidar el bien social del país y las necesidades de otras personas; por eso nos alegra que en el anuncio realizado por la señora Ministra se indique que no habrá recorte a programas sociales y que tampoco se haga mención a despidos”.
Sobre el plan presentado por el gobierno, Monseñor indicó que “es apenas una parte de un todo muy complejo, de grandes componentes que deben llevar al gobierno a revisar gastos en alquiler de edificios, dineros ociosos de créditos externos, pagos de asesorías, recursos que en ocasiones son subutilizados por las instituciones, entre otros aspectos”.
Asimismo resaltó la austeridad como una virtud y una necesidad de vida y que se deben apoyar estas iniciativas planteadas por el gobierno con respecto al gasto desmedido; pero “no basta con poner la carga sobre los trabajadores, sobre la persona humana más necesitada y vulnerable”.
Resaltó que “ciertamente muchas medidas contienen el gasto en ajuste salarial, anualidades, congelamiento de incentivos, pagos de horas extras, etc., pero también, luego vendrán impuestos que tendrá que pagar igualmente la clase trabajadora. Por ello, las medidas deben ir más allá. El compromiso que en este caso se pide al empleado público debe recompensarse con una mayor transparencia en el uso de los recursos de todos los costarricenses. Esto incluye un esfuerzo mayúsculo como país, comenzando por las autoridades que deben atacar la evasión y la elusión fiscal. Por ello, debe ser necesaria y ejemplarizante la transparencia en la administración pública, para que todos creamos y confiemos en la gestión gubernamental”.
Como ha sido claro en su Magisterio, el Obispo insistió que debe ser la persona humana el centro “en toda materia económica y social del país” y “debe evitarse a toda costa que las clases más desprotegidas sean las que reciban más cargas impositivas o mayores castigos de contención del gasto”.
Agregó como dato que desde 1990, diversos estudios y organizaciones hablan de una Costa Rica lamentablemente cada vez más desigual, y eso se nota en la calle, “lo vemos diariamente en diversos rostros y dramas de pobreza. Este es otro reto enorme, y en esto la conciencia de una nación solidaria y la búsqueda de mecanismos para bajar esa desigualdad, deben también ser prioridad en la administración estatal. Desde luego, este tema no se agota aquí”.