María: creyente y discípula nos enseña fidelidad y obediencia en la fe

Solemnidad de Nuestra Señora de los Ángeles,

Patrona de Costa Rica, 2 de agosto de 2023.

Santuario diocesano Los Ángeles de La Fortuna, 6:00 p.m.

Hermanos todos en el Señor:

Con desbordante alegría y viva emoción, en unidad con toda la Iglesia costarricense y especialmente con nuestra Diócesis, celebramos esta solemnidad de Nuestra Señora de los Ángeles, Madre y Patrona de Costa Rica, y en particular de este Santuario diocesano. No sólo a Cartago, sino hasta acá también, miles y miles de hijos fieles han encaminado sus pasos, con mucha fe y amor, para rendir homenaje a nuestra Madre y Patrona, para buscar auxilio y consuelo bajo su amparo maternal.

Tantos gestos de fe y devoción, tantas oraciones y súplicas confiadas, tantas necesidades y promesas hechas con mucha esperanza. Todo ello nos habla del amor y la confianza que tenemos en nuestra Madre, Ella que nos acoge y recibe para presentarnos a su Hijo Jesús con todo lo que somos, tenemos y también con aquello que nos hace falta. Decir Madre, evoca en nosotros sentimientos de confianza, ternura, seguridad y acogida, por eso, Ella es Madre amorosa para cada uno de nosotros, para este país y para nuestra Diócesis también.

Me alegra muchísimo contemplar relucientemente restaurada la imagen de la Virgen de los Ángeles de este Santuario, fiel réplica de la de Cartago. Muchas gracias a todos los que han hecho posible esta restauración con su generosidad. Dios les pague y bendiga.

Siento que la riqueza y contenido de la Palabra de Dios que se ha proclamado, nos presenta la figura y misión de María como discípula y madre. Veamos cómo se refleja cada uno de estos aspectos.

1. Discípula: la primera lectura del Eclesiástico es una alabanza a la sabiduría que se identifica con Dios mismo, pero que, en la tradición cristiana, también se ha visto en María. Ella, como discípula fiel y obediente al plan de Dios, echó raíces en medio del pueblo, en la porción del Señor que en nuestro caso se llama Costa Rica. Discípula también, porque dijo sí para que, en la plenitud de los tiempos, enviara Dios a su Hijo al mundo para salvarnos, como decía Pablo en la segunda lectura de los gálatas. Discípula fiel, obediente y fuerte, porque la vemos al pie de la cruz de su Hijo en el momento más duro y doloroso de su muerte. Esta creyente y discípula nos enseña fidelidad y obediencia en la fe, esto es lo que nos hace verdaderamente discípulos y auténticos cristianos.

2. Madre: el ser madre supone presencia, cercanía, amor, cuidado y protección. La primera lectura nos hace ver a María como la madre del amor hermoso, esa que ha echado raíces en este pueblo costarricense desde el 2 de agosto de 1635; madre que nos ha protegido, cuidado y acompañado, por eso es madre del amor hermoso, en ella encontramos amparo y protección. Madre también, porque nos decía Pablo, en la segunda lectura, que el Hijo de Dios nació de mujer, es decir, de una madre que lo dio a luz y nos lo entregó como salvador y redentor. Pero, sobre todo, madre al pie de la cruz. Como testamento último antes de morir, Jesús nos entrega a María como madre por medio del apóstol Juan en quien estamos representados todos nosotros. “He ahí a tu Madre”. Es decir, allí se la dejo, allí la tienen, allí está con ustedes. Es la maternidad espiritual de María para toda la Iglesia y especialmente para este pueblo de Costa Rica que se honra de tenerla por Madre y Patrona. Cuántas expresiones y hechos de maternidad hemos recibido en Costa Rica de Nuestra Señora de los Ángeles durante estos 388 años desde el hallazgo de su imagencita negra en Cartago. De verdad que nos sentimos protegidos, amados y cuidados por esta Madre fiel y amorosa que intercede para que podamos experimentar la infinita misericordia de su Hijo Jesús.

Hermanos y hermanas, ciertamente venimos a tributar nuestro homenaje de fe y amor a nuestra Madre y Patrona, y sentimos de verdad su amparo y protección constantes. Pero qué retos y tareas nos deja para nuestra vida celebrar hoy a María, Reina de los Ángeles. Si la contemplamos como discípula y madre, esto nos recuerda que estamos llamados a vivir constantemente en la fe. La fe es vida, es respuesta y compromiso. Es cumplir la voluntad de Dios en nuestra vida, es vivir conforme a los valores del evangelio, es vivir y practicar el bien y el amor. La Virgen de los Ángeles conserve a este país en la vivencia y en los valores de la fe, hoy cuando muchos quieren sacar a Dios y las cosas de la fe de la vida de esta nación. Sin Dios, sin fe, sin valores espirituales y morales sencillamente vamos al descalabro. Vivir y mantener la fe comienza desde las familias, a semejanza de la familia de Nazaret. He ahí el reto que nos deja María: lograr familias cristianas, familias creyentes, familias que transmitan la fe a las nuevas generaciones.

Asimismo, hablar de maternidad es hablar de cosas buenas, de gestos de amor y cuidado hacia los demás. María, como Madre del amor hermoso, nos desafía a ser de verdad misericordiosos, es decir: sensibles, solidarios, serviciales, compasivos, cercanos, fraternos.

La Eucaristía es alimento, fortaleza y estímulo para nuestra fe y para la vivencia del amor. Vamos a pedir al Señor, por intercesión de nuestra Madre y Patrona, la Reina de los Ángeles, que nos haga vivir en la fe y nos ayude a mantenernos siempre en ella. Pidamos por este país, por nuestra diócesis, por nuestras familias y comunidades, para que seamos fieles discípulos, para que vivamos el amor a través de las obras de misericordia y para que seamos obedientes en la fe, hasta el final, como lo fue siempre nuestra Madre y Patrona. Así sea, amén.

¡Nuestra Señora de los Ángeles! Ruega por nosotros.