Misa Crismal: Nuncio apostólico llama a sacerdotes a ser amigos de Jesucristo

En la Misa Crismal celebrada este Jueves Santo en la Catedral de Ciudad Quesada, presidida por Monseñor José Manuel Garita Herrera, obispo diocesano, el Nuncio Apostólico Mons. Bruno Musarò, tuvo a cargo la homilía.

Con gran afluencia de fieles y de sacerdotes de esta Iglesia Particular, la Eucaristía estuvo cargada de signos que reflejan la fe del pueblo de Dios.

“Quiero dar mis sentidos agradecimientos a Mons. José Manuel Garita por su amable invitación a participar en la Misa Crismal de la Diócesis de Ciudad Quesada; es una alegría para mí, encontrarme con usted, pastor de la Diócesis, con sus sacerdotes, estrechos colaboradores de su ministerio y encontrarme con el pueblo santo de Dios que peregrina en Ciudad Quesada”, expresó el Nuncio.

Asimismo, agradeció las oraciones que sacerdotes y laicos han elevado por su salud, con motivo de la operación que tuvo en días pasados.

En la homilía, Mons. Musarò hizo alusión al canto de entrada, incluso, cantó su estribillo para recordar el significado clave.

“Pueblo de Reyes, Asamblea Santa, Pueblo Sacerdotal, Pueblo de Dios… he visto que no solamente los sacerdotes sino también el pueblo de Dios ha cantado con entusiasmo este canto”, destacó.

Precisamente hizo alusión a que por el bautismo “todos somos sacerdotes de Dios… hemos recibido el don del Espíritu Santo, que nos hace feligreses, seguidores, signo de Jesucristo en medio de nosotros, en el mundo, pueblo sacerdotal”.

Este es un extracto de la homilía, en la cual el Nuncio Apostólico en Costa Rica hizo un llamado a los sacerdotes a ser amigos de Jesucristo, no solo motivados por su consagración, sino también para que así puedan reflejarlo en medio del mundo.

“Por el bautismo, hemos sido también instituidos profetas. ¿Quién es el profeta? El que habla en nombre de Dios, y no solamente los sacerdotes o los obispos, hablan en nombre de Dios, en las celebraciones litúrgicas de manera especial, si no todos ustedes están llamados a ser profetas de Dios, a hablar en nombre de Dios, anunciar su palabra, comunicar su experiencia de haber conocido a Jesucristo, el Mesías, el ungido de Dios.

“Hoy, de una manera especial, la Iglesia celebra el ministerio sacerdotal. El prefacio de la Misa de hoy canta que, entre el pueblo sacerdotal, Dios ha escogido a unos cuantos, para hacerlos ministros suyos, para que sean sacerdotes suyos en cuanto jefes de la Iglesia, y los ha consagrado para ser en la Iglesia y en el mundo pastores del pueblo de Dios. Y, nosotros sacerdotes, cada Jueves Santo, nos regocijamos, por este llamado de parte de Dios.

“Desde la antigüedad de la Iglesia, el don del Espíritu Santo se transmite por la imposición de las manos de parte de los apóstoles y de sus sucesores, sobre cada uno de nosotros. Un día hace unos cuantos años muchos para unos, menos para otros, nos hemos arrodillado delante de nuestro obispo: el obispo impuso sus manos sobre nuestra cabeza, nos ha transmitido el don, el Espíritu Santo de una manera especial, distinta del pueblo de Dios, consagrándonos sacerdotes.

“El otro sacramento que celebramos hoy, es otro signo de nuestra identidad sacerdotal. Cuando en la celebración eucarística, el sacerdote dice, ‘tomad y comed, este es mi cuerpo’, ‘tomad y bebed, esta es mi sangre’, es el mismo Jesús, el Mesías, que a través de nosotros pronuncia estas palabras como lo hizo en la última cena y transforma el pan en su cuerpo y el vino en su sangre.

“El Señor nos impuso sus manos y este gesto de imponer las manos, el mismo Jesús lo explicó con estas palabras, en el contexto de la última cena, diciendo a los apóstoles, ‘ya no os llamo siervos’, porque el siervo no sabe lo que hace su amo; a los apóstoles, a nosotros, nos dice, ‘os he llamado amigos’, porque todo lo que he oído a mi Padre, os lo he dado a conocer.

“Por eso, cuando nosotros hablamos como sacerdotes al pueblo de Dios, hablamos en nombre de Cristo, más bien es el mismo Cristo que anuncia su Evangelio a través de nuestro ministerio, de nuestro servicio, de nuestros labios.

“Ya no ‘os llamo siervos, si no amigos’, este es el significado profundo, llegar a ser amigo de Jesucristo y ser amigo significa comunión de pensamiento, y de voluntad eso significa que debemos conocer a Jesús de un modo cada vez más personal.

“Ser amigo no es algo que se quede en las nubes, son relaciones personales entre dos y más personas. Ser amigo significa que debemos conocer a Jesús de un modo cada vez más personal escuchándole, viviendo con él.

“San Marcos dice que Jesús eligió a algunos para que estuvieran con él, en comunión de vida. Viviendo con él, estando con él. Debemos pues escucharlo, en la lectio divina, hermanos sacerdotes, en la lectura de la Palabra de Dios. Debemos leer la sagrada escritura de una manera espiritual porque Dios nos habla a través de la Palabra, nosotros tenemos que interiorizar la sagrada escritura, en la oración, en la meditación, contemplación… a través de la oración debemos llevar a la acción.

“Ser amigo de Jesús, ser sacerdote significa, por tanto, ser hombre de oración así aprendemos a vivir, a sufrir y a obrar con él y por él.

“Esto se los digo a ustedes hermanos sacerdotes, pero me lo digo primero a mí.

“Termino con una sugerencia muy personal: sugiero también a mis hermanos sacerdotes y al señor obispo, que, en la Misa, antes que nosotros comulguemos rezamos en voz baja esta oración:

“Señor Jesucristo, Hijo de Dios vivo, que por voluntad del Padre, cooperando el Espíritu Santo, diste con tu muerte la vida al mundo, líbrame, por la recepción de tu Cuerpo y de tu Sangre, de todas mis culpas y de todo mal. Concédeme cumplir siempre tus mandamientos y jamás permitas que me separe de ti.

“Y jamás permita que me separe de ti… Amén”.