Nuncio Apostólico: “Jesús no ha dejado el ejemplo del servicio”

La Misa Vespertina de la Cena del Señor, en la Catedral de Ciudad Quesada, fue presidida por el Nuncio Apostólico en Costa Rica, Mons. Bruno Musarò y, además, tuvo a cargo la homilía.

Antes, Monseñor José Manuel Garita Herrera, Obispo de Ciudad Quesada, agradeció la cercanía del Nuncio, por estar compartiendo los misterios de la fe, entre los sacerdotes y fieles de esta Iglesia Particular. Recordemos que Mons. Bruno también estuvo en la Misa Crismal, en la cual recordó la importancia para los sacerdotes de ser amigos de Jesús, unidos a sus pensamientos, y testimoniando su vida en medio del mundo.

“Hemos llegado al comienzo del así dicho Triduo Pascual, los tres días que son el corazón del año litúrgico, del año de la Iglesia, los cuales celebramos de una manera solemne: el misterio de la Pasión, Muerte, Sepultura y Resurrección de Jesucristo de entre los muertos”, dijo el Nuncio Apostólico. El representante del Papa Francisco hizo un repaso de estos acontecimientos desde hoy Jueves Santo hasta llegar al Domingo de Pascua.

Este es un extracto de la homilía del Nuncio Apostólico, en la celebración que inició a las 6:00 p.m.:

“Hoy Jueves Santo damos inicio a este Triduo Pascual con la celebración de la Eucaristía, en recuerdo de la Última Cena de Jesús con sus apóstoles; a ellos les había dicho, ‘cuanto he deseado comer esta Pascua con vosotros’. Es muy difícil comprender la grandeza, la profundidad, del Jueves Santo.

“Esta mañana, quizás unos de ustedes estaban presentes, al terminar el tiempo de Cuaresma, al haberse celebrado la Misa Crismal, durante la cual, el obispo ha bendecido los óleos para los enfermos y para los catecúmenos y, ha consagrado el Crisma, óleo perfumado que sirve para el sacramento del bautismo, de la confirmación y del orden sacerdotal.

“Con el obispo estaban reunidos todos los sacerdotes de la Diócesis, en el día en que ellos recuerdan la institución del sacerdocio.

“Esta noche, recordamos la institución de la Eucaristía, el cuerpo y sangre de Cristo, que se nos da bajo las especies del pan y del vino consagrados.

“Conmemorando la última cena de Jesús, con esta celebración eucarística podemos recoger estas enseñanzas.

Laurentiu Dancuta, Primer Secretario de la Nunciatura Apostólica; Mons. Bruno Musarò, Nuncio Apostólico; Mons. José Manuel Garita Herrera, Obispo de Ciudad Quesada.

“Antes de la fiesta de Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre -este es el misterio pascual, el misterio de la muerte y resurrección de Jesucristo-, no es otra cosa que pasar, para Jesús, de este mundo al Padre, a través de la Pasión, Muerte y Resurrección.

“Jesús, la noche misma de la última cena, dirá ‘he salido del Padre y he venido al mundo, ahora, dejo el mundo y vuelvo al Padre’. Y, habiendo amado a los suyos, que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo. ¿Cuál es el extremo con que Jesús ha amado a los suyos, a los apóstoles? Su muerte en la cruz.

“Es el sacrificio de sí mismo para la salvación de la humanidad, para la salvación de todos nosotros.

“Celebrar el misterio de la Última Cena de Jesús con el símbolo del lavatorio de los pies, que dentro de poco vamos a repetir para estas personas que representan a los apóstoles de aquella noche, es celebrar lo esencial del misterio de la encarnación, el Hijo de Dios, él mismo, que se ha hecho hombre, se ha encarnado en el seno de la Virgen María, que ha nacido para compartir nuestra vida, hasta la muerte, para salvarnos de la muerte.

“Él, antes de cenar, pasa a lavar los pies de los discípulos. Él baja hasta donde nosotros, con su potencia salvadora. Y, después de haberle lavado los pies regresa a la mesa y les dice, ‘comprenden lo que acabo de hacer con ustedes, ustedes me llaman Maestro y Señor, y dicen bien, ‘yo soy el Maestro y Señor’.

“Pues, si yo que soy el Maestro y el Señor, les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies, los unos a los otros. Siendo Maestro y Señor, no nos ha dejado instrucciones para que seamos nosotros también maestros y señores sobre los demás, sino, nos ha dado el ejemplo del servicio, aun siendo Maestro y Señor. Este servicio es simbolizado en el lavatorio de los pies.

“Les he dado el ejemplo para que lo que he hecho con ustedes, también ustedes lo hagan. Es el ejemplo que Jesús nos ha dejado con su muerte y resurrección.

“Si queremos ser discípulos suyos, si queremos ser verdaderamente cristianos -esta palabra viene de Jesucristo- es decir, ungidos, si queremos ser auténticos discípulos de Jesucristo, tenemos que amarnos los unos a los otros, servirnos los unos a los otros. Es lo que más necesitan nuestros hermanos.

“Este es el testamento que Jesús nos ha dejado en el momento de su muerte, el amor, como característica de ser discípulos suyos, por esto, dirá después de la cena y los discursos de adiós, ‘por esto reconocerán que son discípulos míos, si tenéis amor los unos para los otros’.

“Si nosotros pusiéramos en práctica en nuestra vida de todos los días, este mandamiento de Jesús, el mandamiento del amor, nuestra vida sería transformada, no solamente nuestra vida personal, si no nuestra vida en la familia, en la sociedad, en las naciones.

“Sabemos que en Europa hay una guerra desde hace más de un mes, tremenda, ¡cuántas veces el Papa Francisco la ha denunciado!, una guerra nefasta, pidiendo a los gobiernos que se evite el comercio de las armas, que matan a todos.

“En un filme mexicano, el actor principal, hizo un discurso a las naciones, era la víspera de Noche Buena, y dijo a los representantes de los estados ahí presentes, después de terminar su discurso sobre la situación del mundo actual, recordó estas palabras de Jesús diciendo:

“’Que hace dos mil años, en Palestina, Jesús dijo ‘amados’, no dijo ‘armados’, sino ‘amados los unos a los otros’. Exactamente como él nos ama, hasta el extremo’.

“Cuando recibimos en la Eucaristía el cuerpo de Jesús, recordemos que su cuerpo entregado a la muerte y resucitado es para salvarnos del pecado y de la muerte y del infierno.

“Celebremos pues con gratitud al Señor este misterio de la Pascua, que hemos comenzado a celebrar esta noche, para que nosotros poniendo en práctica el mandamiento de Jesús, con él podamos pasar a través de nuestra pasión y muerte y llegar con él a la gloria de la resurrección”.