
La ola de criminalidad y violencia que seguimos viviendo en nuestra nación pone a toda la sociedad de frente a uno de sus más importantes retos con miras a encontrar un camino que permita retomar la confianza y recuperar nuestro país golpeado por el crimen organizado, el narcotráfico y otra serie de flagelos que se derivan de un deterioro generalizado en distintas áreas y desde hace mucho tiempo.
Hemos comentado en otros momentos los signos que esta violencia genera en el total desprecio por la vida humana. Sabemos que se pone cualquier precio para ejecutar a cualquier hermano nuestro, llevando dolor a sus familias y un sentimiento de impotencia a toda la sociedad.
Los Obispos de la Conferencia Episcopal de Costa Rica hacíamos un claro llamado en nuestro mensaje de la Asamblea Ordinaria 126, de setiembre pasado: “Es necesario el compromiso de todos y las decisiones de nuestras autoridades para enfrentar la ola de violencia y criminalidad. Requerimos la voluntad política para acompañar y dotar a los lugares más afectados de mejores servicios para velar por la seguridad social de nuestros habitantes y la protección de su dignidad. La educación integral con valores y el desarrollo de los sectores deprimidos, van de la mano”.
Cuando muchos índices son negativos en Costa Rica, con un deterioro marcado que lleva a consecuencias que hoy miramos con indignación, no podemos seguir esperando soluciones mágicas, ni se puede hacer con un país dividido.
Quienes hoy ejercen puestos de poder a nivel nacional o municipal e incluso quienes ya aspiran a ocupar algunos de estos cargos, en los próximos meses y años, no pueden recurrir a los ataques personales ni a señalar culpabilidades de unos u otros. Todos estamos cobijados bajo la misma bandera.
Preocupan los signos de que esta ola de terror se dé en cualquier parte del país, a cualquier hora del día y enfrente de quién sea. Por eso, no podemos voltear la mirada a otro lado o pensar que son hechos aislados.
Costa Rica debe recuperar su rumbo, para ello, debe retomar los valores, generar programas de prevención de drogas, provocar más espacios de educación para que ningún niño o joven se quede sin la esperanza de un futuro mejor; así como habilitar espacios de promoción para la familia a la cual se le ha quitado su protagonismo como célula fundamental de la sociedad y se le ha restado importancia en los últimos años ante la promoción de ideologías que le son contrarias.
Necesitamos recuperar en la sociedad la importancia de la dignidad humana, evitar leyes que promueven formas de ensombrecer la vida. Si no tratamos la vida como un derecho humano, que es inviolable, menos comprenderemos su valor sagrado como creación a imagen y semejanza de Dios. ¡Nos toca también a los creyentes marcar la diferencia en la sociedad para cambiar el rumbo por el cual estamos transitando!
“Como las organizaciones criminales utilizan redes globales para lograr sus objetivos, la acción para derrotar a este fenómeno requiere un esfuerzo conjunto y también global por parte de los diferentes agentes que conforman la sociedad”, nos decía el Papa Francisco en su mensaje para la Jornada Mundial de la Paz, 2015.
Pidamos al Señor que nos ilumine para retomar el rumbo en nuestra sociedad, para que no perdamos a Costa Rica y alcanzar entre todos construir caminos de paz, para enfrentar la ola de crimen que nos afecta en el presente y buscar un futuro mejor para todos.
Fermento 290. Martes 17 de octubre, 2023