Revalorizar la Palabra de Dios

“Ignorar las Escrituras es ignorar a Cristo”, decía San Jerónimo, presbítero y doctor de la Iglesia, cuya memoria celebraremos el próximo 30 de setiembre.

Traigo estas palabras que se convierten en una verdadera sentencia con motivo del Mes de la Biblia, el cual hemos estado viviendo y que, con buen tino, en muchas comunidades parroquiales se ha dado espacio a la Palabra en el altar, con signos que realmente nos motivan a entender la importancia de ella en nuestras vidas y en la vida de la Iglesia.

Es momento de que podamos revalorizar la Palabra de Dios en nuestra sociedad. La Biblia no es un libro cualquiera, en ella se encuentran “las verdades reveladas por Dios” y que “se consignaron por inspiración del Espíritu Santo”, como nos dice la Constitución Dogmática, Dei Verbum, n. 11.

Esta misma Constitución expresa que “es conveniente que los cristianos tengan amplio acceso a la Sagrada Escritura” (n. 22), sin embargo, tal parece que en muchas ocasiones solo tenemos la Biblia como adorno en nuestros hogares, y no apreciamos las verdades de fe que en ella se contienen.

Para nosotros los católicos nuestro aprecio por la Biblia debe reflejarse en nuestras acciones; debemos testimoniarlo no solo en este mes, cuando muchas iniciativas se ponen en práctica para realizar encuentros alrededor de la Palabra de Dios: deberíamos ser más constantes para comprender y beneficiarnos de la riqueza que implica la lectura asidua de las Sagradas Escrituras.

“Todos, entonces, llevamos en nosotros el aliento vital de Dios, y toda vida humana —nos dice la Biblia— está bajo la especial protección de Dios. Esta es la razón más profunda de la inviolabilidad de la dignidad humana contra toda tentación de valorar a la persona según criterios utilitaristas y de poder. El ser a imagen y semejanza de Dios indica luego que el hombre no está cerrado en sí mismo, sino que tiene una referencia esencial en Dios”, nos decía Benedicto XVI en Audiencia General, el 6 de febrero de 2013.

Él mismo nos señalaba: “La Biblia no quiere ser un manual de ciencias naturales; quiere en cambio hacer comprender la verdad auténtica y profunda de las cosas (…) la Escritura nos dice que el origen del ser, del mundo, nuestro origen no es lo irracional y la necesidad, sino la razón y el amor y la libertad”.

En una verdadera compenetración con los textos sagrados podremos lograr poco a poco la conversión de nuestras vidas, porque como lo indica esta fuente de riqueza y verdad “la Palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que cualquier espada de doble filo: ella penetra hasta la raíz del alma y del espíritu, de las articulaciones y de la médula, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón” (Hebreos 4, 12).

Disponiendo nuestro corazón podremos conocer más las Sagradas Escrituras y por ende podremos configurarnos aún más a Cristo, pero solo podremos hacerlo si nos abocamos a vivir con profundidad nuestra cercanía a esta fuente inspirada por el Espíritu Santo.

Recuperemos la Palabra de Dios desde nuestras familias, lo he dicho en otras ocasiones, volvamos al rezo del Santo Rosario en nuestras casas, y volvamos la mirada a la Biblia para que los más pequeños también inicien una sólida formación y apego a la Palabra de Dios.

Fermento 287. Martes 26 de setiembre, 2023