San Carlos Borromeo nos inspira y nos desafía para cumplir la misión encomendada

Solemnidad de San Carlos Borromeo,

Catedral de Ciudad Quesada, sábado 4 de noviembre de 2023.

Hermanos todos en el Señor:

En espíritu de comunión eclesial y diocesana, con gran gozo y gratitud, celebramos nuestra fiesta patronal parroquial y diocesana en honor de San Carlos Borromeo, por cuya intercesión pedimos al Señor por las intenciones y necesidades de nuestra Iglesia Particular de Ciudad Quesada y de la Parroquia Catedral. Esta celebración es un don y una gracia, una ocasión propicia para renovarnos en la fe y en el sentido diocesano de identidad y comunión de cara a la tarea de evangelización que hemos recibido de parte de Dios a través de la Iglesia. El testimonio siempre actual e impactante de caridad pastoral de San Carlos Borromeo, nos inspira y nos desafía para cumplir fiel y generosamente la misión encomendada.

El contenido y enseñanza de Palabra de Dios que hemos recibido, nos presenta a Dios bajo la consoladora figura del Pastor: quién es, cómo actúa, cuáles son los rasgos de ese Buen Pastor que es el Señor para con nosotros su pueblo. Evidentemente estos textos han sido escogidos para hacer referencia a la misión y testimonio pastoral que nos dejó San Carlos Borromeo.

Al denunciar a los malos pastores de la época, el profeta Ezequiel, en la primera lectura, nos presenta un anuncio muy esperanzador: Dios mismo, en persona, va a apacentar a las ovejas de su pueblo. Y nos describe cómo lo hará: él mismo las va a buscar, seguirá su rastro hasta encontrarlas, reunirá a las dispersas, las llevará a pastizales escogidos y buenos, vendará a las heridas y curará a las enfermas. Es elocuente la solicitud, cercanía, ternura, amor y misericordia de Dios como buen pastor de las ovejas de su pueblo. Así nos ama, nos trata y nos cuida el Señor. En el ejercicio de su ministerio pastoral, San Carlos fue fiel reflejo del ser y quehacer del Dios pastor.

Los rasgos y actitudes de Dios como Buen Pastor, que se nos anuncian desde el Antiguo Testamento, se visibilizan y se cumplen en la persona de Jesús, el Hijo de Dios, el Dios con nosotros. Asumiendo nuestra condición humana, se ha hecho uno de nosotros para mostrarnos personalmente el amor, la misericordia y la ternura infinita del Padre. En el evangelio de San Juan, Jesús se presenta como el Buen Pastor; lo es por tres razones fundamentales: 1.- Porque da la vida por las ovejas: no las abandona, le importan de verdad, no las deja a expensas de los lobos o peligros. 2.- Porque conoce a sus ovejas y sus ovejas lo conocen a él: hay una relación íntima de mutuo y profundo conocimiento. 3.- Porque quiere traer y buscar a las demás ovejas que no son de su redil. En Jesús, el Buen Pastor, se cumple el anuncio de Ezequiel en la primera lectura: Dios en persona va a apacentar a su pueblo; es el pastor que cuida, guía, acompaña y alimenta a sus ovejas como queda también patente en el salmo 22.

Jesús ha querido hacer partícipes de su condición y misión de buen pastor a aquellos que ha llamado al servicio pastoral en la Iglesia, los ha elegido y enviado a continuar su misión a través de los tiempos y por todo el mundo. En este sentido, San Pablo, en la segunda lectura de su segunda carta a los corintios, nos recuerda que todos, pero especialmente los pastores, somos enviados a evangelizar, a predicar a Jesucristo, no con las palabras de la sabiduría humana, sino a Jesucristo crucificado, con la eficacia y poder de la cruz. San Carlos predicó incansablemente y dio testimonio fiel de Cristo crucificado, fuerza y sabiduría de Dios para todos nosotros. Predicó y dio testimonio de las misericordias, de las maravillas y obras buenas de Dios, como lo expresaba el salmo 88 de esta celebración. Él fue pastor bueno y misericordioso.

Más allá de sus raíces nobles y de sus altas responsabilidades jerárquicas, San Carlos fue, sobre todo y, ante todo, un pastor. Un pastor humilde, cercano, generoso, infatigable y consagrado totalmente. Un pastor que conoció a sus ovejas y dio la vida por ellas con edificante y generosa caridad pastoral.

Esta caridad pastoral de San Carlos se hizo realidad en la atención a los pobres, enfermos, olvidados e ignorantes; para ello, fundó hospitales, escuelas y centros de atención. Incansable en sus visitas pastorales en las que mostraba la capacidad de encuentro, la cercanía, el ir en salida misionera, el dar la vida y el testimonio de santidad de un pastor bueno. En esa capacidad de dar la vida, no podemos olvidar su actitud frente a la peste de 1576 en Milán: no abandonó a su grey, se quedó con sus ovejas, atendiéndolas personalmente con amor y ternura, bajo el riesgo de contagiarse de la misma peste. Así acogió y abrazó siempre al Cristo sufriente.

En el contexto del siglo XVI y con la cercanía del Concilio de Trento, Carlos Borromeo fue también ejemplo de un pastor reformador. Como pastor celoso y humilde, incursionó -con mucha generosidad y originalidad- en todo tipo de apostolado y actividad pastoral. Se volcaba a todos, tenía una intensísima actividad misionera que incluso lo llevó al extremo del desgaste y a morir tan solo a los 46 años.

San Carlos fue modelo del pastor que de verdad impacta y transforma la vida de los fieles; fue pastor de todos, pero especialmente con los sacerdotes por cuya formación, interés, cuidado y acompañamiento se preocupó de manera especial, comenzando por fundar seminarios. Fue también pastor de niños y jóvenes, preocupándose de modo particular por la catequesis.

Al celebrar y recordar hoy el testimonio y ejemplo pastoral de San Carlos, pidamos, y pidan ustedes, queridos fieles, por los pastores de la Iglesia, obispos y sacerdotes: que seamos fiel reflejo de Cristo, el Buen Pastor, a través del trato amoroso y misericordioso que hemos de tener con ustedes. Que seamos capaces de entregar la vida en nuestro ministerio, sin medida de tiempo ni fuerzas, a semejanza de San Carlos que se dio hasta el extremo de consumirse. Necesitamos pastores santos, valientes, generosos, decididos, consagrados, muy claros de su vocación y muy identificados con su ministerio.

Pidamos también por ustedes, para que escuchen la voz del Buen Pastor en la persona de sus pastores. Que se dejen guiar y conducir dócilmente por ellos a través de los caminos de Dios. Oremos por nuestra Diócesis, por este pastor y servidor de ustedes, por nuestros sacerdotes y seminaristas, por nuestra comunidad parroquial de Catedral también. Roguemos   por   toda   la   tarea de evangelización en nuestra Iglesia Particular, para que el ejemplo de San Carlos nos inspire e impulse a ser fieles, comprometidos y generosos en la respuesta pastoral que hemos de dar. Que tengamos la intuición y el discernimiento de San Carlos para acertar en el rumbo y en las opciones pastorales que debemos asumir todos en espíritu de comunión eclesial y de sinodalidad caminando siempre juntos en la fe.

En la Eucaristía, Jesús, el Buen Pastor, cumple una vez más su palabra de dar la vida por nosotros. Se entrega, se nos da en su cuerpo y en su sangre como alimento que nos fortalece e impulsa a continuar su obra de amor, cuidado, cercanía y misericordia como lo hizo San Carlos Borromeo siendo pastor bueno y humilde, servidor fiel y generoso, dando totalmente su vida hasta el final.

Que así sea, amén.

¡San Carlos Borromeo! Ruega por nosotros.