Todos podemos ser protagonistas de la Misericordia

Por gracia de Dios, dador de todos los dones, y al amparo de la Santísima Virgen María, he presentado, el pasado sábado, mi V Carta Pastoral titulada: No volverás la espalda a tu hermano, Isaías 58, 7.

Esta es una reflexión sobre el compromiso social del creyente a la luz de las exigencias de la fe y de la realidad actual, y desde la perspectiva de la Exhortación Evangelii gaudium del Papa Francisco.

La expresión “No volverás la espalda a tu hermano”, está dentro del libro del Profeta Isaías, quien denuncia la vaciedad y la incoherencia en la práctica de uno de los pilares de la religiosidad del pueblo de Israel como lo es el ayuno. Hoy, al igual que el pueblo elegido por Dios, podemos estar cayendo en comportamientos parecidos de una persistente tibieza, donde damos por aceptado todo lo que se practica, sin pasarlo por el crisol de la verdad y de la justicia. Es el Señor quien nos llama a la honestidad y a la coherencia, que no se sustentan en ritos, sino en actitudes que se expresan como forma práctica de responder a la voluntad salvífica de Dios.

Por ello, la exhortación que hago en esta Carta Pastoral, consiste en que no reduzcamos la experiencia de fe a ritos puramente externos, sino que estemos realmente configurados como discípulos misioneros, para tender la mano al otro, para no volver la espalda a distintas realidades que nos golpean en nuestra sociedad, para no hacer caso omiso de las necesidades que tantos y tantos hermanos pasan día con día.

Digo en mi Carta Pastoral: “Dios nunca ha dado la espalda a la humanidad y, a través del tiempo, ha reiterado su voluntad de prolongar su vida en todos nosotros”, por ello envió a su Hijo para nuestra salvación (cfr. Juan 3, 16-17) como acto supremo de amor, y por eso deposita en nosotros, la extensión de su reino, por medio de nuestras obras.

Volver la espalda al hermano necesitado es colocarlo fuera de mi mirada, por lo tanto, queda en el anonimato, lo invisibilizo, lo convierto en no-persona, a la que no le doy el mínimo de mis pensamientos y atenciones. Al no estar dentro de mi enfoque, lo acabo “asesinando socialmente”, pues su historia al final no me importa, y la ocultación de esa realidad de dolor se convierte en justificación para ausentarse el creyente de la dimensión del compromiso social. Lo que no se mira se considera que no existe, continúo en mi Carta Pastoral, la cual invito a reflexionar, para que, por medio de la gracia del Señor, nos regale un corazón nuevo para acompañar al otro que está en necesidad.

En próximas semanas, poco a poco, y de acuerdo con la realidad nacional, iré mostrando cuáles son esos hermanos a los que les volvemos la espalda y que claman ayuda, consuelo, esperanza, es decir la verdadera presencia de Cristo que también tiene que hacerse realidad en nosotros.

Todos podemos ser protagonistas de la misericordia, y lo digo en la Carta Pastoral no como un estribillo, sino como una obligación cristiana a la que el Señor nos llama. Habiendo tantos rostros de hermanos que podrían salir de la exclusión y la pobreza con solo poner como atributo de nuestra vida el uso racional y generoso de las cosas, es inconcebible que nos quedemos estáticos o con un corazón frío.

¡Lo suficiente que tengamos o nos quede, debería ser básico para diseñar verdaderos procesos de hermandad desde la caridad!

Monseñor José Manuel Garita Herrera

Fermento: Todos podemos ser protagonistas de la Misericordia

Martes 4 de setiembre, 2018

Nº20