
Mensaje de Apertura del “Cielo Abierto”
Con motivo del XL aniversario de la Visita de San Juan Pablo II a Costa Rica, en el contexto de la Gran Misión Nacional
Señor Nuncio Apostólico, hermanos obispos, sacerdotes, diáconos, religiosos y religiosas, hermanos todos, especialmente queridos jóvenes.
Con el doblar de las campanas de los templos de nuestro país y bajo los tonos del canto “Tú eres Pedro, y sobre esta piedra, edificaré mi Iglesia”, se anunció, hace 40 años, el arribo a nuestro país del “Obispo vestido de blanco”, Su Santidad San Juan Pablo II.
Con un beso a nuestro suelo dio inicio a su visita a los países de la región centroamericana, presentándose ante nosotros como mensajero de paz y esperanza. En medio de una región convulsa, su corazón venía dirigido al clamor dolorido de “las lágrimas de un niño, del desconsuelo del anciano, de la madre que pierde a sus hijos, de la larga fila de huérfanos, de los tantos millares de prófugos, exiliados o desplazados en busca de hogar, del pobre sin esperanza ni trabajo.” (Discurso en el Aeropuerto Juan Santamaría). Sin duda este clamor sigue vigente.
La propuesta de San Juan Pablo II era clara, y así nos los dijo: “pensando en todos he emprendido este viaje, movido por el deber que siento de avivar la luz de la fe en pueblos que ya creen en Jesucristo; para que esa fe ilumine e inspire cada vez más eficazmente su vida individual y comunitaria”. (ibidem).
Por eso, nos invitó a poner nuevamente nuestros oídos en atención a la voz de Cristo y “mirarlo a Él”, y a reanimarnos con las mismas palabras con que inició su pontificado: “¡No tenga miedo!, ¡Abran, es más, abran de par en par las puertas a Cristo!”
Su viaje a nuestras tierras puso en marcha su gran proyecto, la Nueva Evangelización, “nueva en su ardor, en sus métodos, en su expresión”, de la cual nacen proyectos tales como la misión Cielo Abierto, que hoy nos animará este hermoso momento de adoración eucarística, y a quienes agradezco de corazón su presencia y servicio para el impulso de la Gran Misión Nacional.
No podemos olvidar el carisma del Papa polaco con los jóvenes. Sus palabras y gestos motivaron a muchos a seguir a Cristo y a entregar su vida al servicio de la Iglesia, con un despertar vocacional del que hoy muchos somos su fruto. Imploramos a San Juan Pablo II que reanime este despertar nuevamente en muchos jóvenes, sobre todo en este momento en que requerimos santas vocaciones sacerdotales y a la vida consagrada, así como también santas familias cristianas y misioneras.
Termino citando sus palabras a los jóvenes, hace 40 años, aquí mismo, en este lugar: “Para Ustedes, jóvenes cristianos, la motivación de fondo, capaz de transformar sus acciones, es su fe en Cristo. Ella les enseña que vale la pena esforzarse por ser mejor; que vale la pena trabajar por una sociedad más justa; que vale la pena defender al inocente, al oprimido, al pobre; que vale la pena sufrir para atenuar el sufrimiento de los demás; que vale la pena dignificar cada vez más al hombre hermano.” (Discurso a los jóvenes, Estadio Nacional).
Buenas noches, muchas gracias y que Dios nos bendiga a todos.
Mons. José Manuel Garita Herrera.
Obispo de Ciudad Quesada / Presidente de la Conferencia Episcopal de Costa Rica.